“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.”
- Génesis 3:19
El miércoles de ceniza miles de personas iniciarán un viaje que comienza con la imposición de cenizas en su frente. Estas cenizas nos recuerdan que somos polvo y que al polvo volveremos. El Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la temporada de Cuaresma, tiempo en el que muchos en la fe cristiana participan en un período de autorreflexión y disciplina renovada espiritual para prepararse para la Pascua.
Estamos
marcados con cenizas en forma de cruz como un recordatorio de que nuestra vida
humana es defectuosa y que finalmente llegará a su fin. El Miércoles de Ceniza
nos recuerda que seguimos a un Señor que murió por nosotros—y no sólo por nosotros, sino por el mundo
entero.
La Cuaresma es
una invitación para reflexionar inten-cio-nada-mente sobre nuestra propia vida
y peregrinación con Dios. Durante la Cuaresma reconocemos nuestros pecados,
nuestra completa incapacidad para sanarnos a nosotros mismos, y humilde-mente
pedimos perdón a Dios y a los demás.
Durante esta
temporada de Cuaresma, como su Obispo, los invito a ser intencionales acerca de
decir no a conductas que les impidan profundizar su relación con Dios y con
otras personas y adoptar un nuevo hábito santo que trae vida al mundo.
Tal vez quieran
involucrarse más en su iglesia. O tal vez desean pasar menos tiempo en la
iglesia para liberar energía para formar una nueva asociación y comunidad en el
mundo. Tal vez, el compromiso de estudiar un libro en particular de la Biblia o
un tiempo para la oración diaria puede apoyar su viaje. Tal vez Dios le está
pidiendo que reserve un tiempo para conocer a sus vecinos y encontrar a Cristo
en lugares inesperados.
Todo lo que
elijas, recuerda: eres polvo, sí, pero polvo que es profundamente amado y amado
ante los ojos de Dios, polvo que está siendo remodelado en algo tan hermoso y
santo que apenas podemos imaginar.