En el primer libro de la Biblia llamado Génesis, Dios habla a Abraham y le dice: "Deja tu tierra, tu familia y tus parientes para ir a la tierra que yo te voy a mostrar. Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso y serás una bendición para otros. "
Dios llama a la gente a salir de donde están y que vayan y hagan una nueva comunidad.
Dios llamó a Abraham y Sara.
Dios llamó a Moisés.
Dios llamó a Josué.
Dios llamó a los jueces.
Dios llamó a los reyes.
Dios llamó a los exiliados.
Para los cristianos Dios envió a Jesús y llamó a los apóstoles y Pablo y los primeros seguidores, cuyos nombres se registran en los libros del Nuevo Testamento.
Dios llama.
Dios nos llama con señas.
Dios hace nueva comunidad.
Mi familia vino de Inglaterra y de Irlanda. Uno casi se ahogó en el camino, los demás hicieron el viaje con facilidad. Todos enfrentaron amenazas y desafíos en la vida que da un nuevo mundo. Todos ellos enfrentaron una nación que prometía una nueva vida sin importar el precio de como llegaron y los gastos de permanecer en estas tierras.
Llegaron con la esperanza de un futuro y por algo mejor para su vida. Muchos creían que Dios tenía reservado para ellos cosas mejores.
Tal vez los padres de ustedes llegaron o usted mismo llegó. Ustedes y yo hemos llegado hasta aquí porque la Madre de los exiliados, los Estados Unidos, promete: "Dame tus cansados, tus pobres, tus grupos confundidos que ansían un libre respirar."
Somos, como el autor Jon Meacham, que tiene la creencia de que una nación que cree en Dios y cree en la providencia, esta trabajando en el plan de Dios.
Sabemos que Dios invita, Dios nos envía señales, Dios llama a su pueblo y dice: "Ve a la tierra que te voy a mostrar." Lo sabemos porque lo hemos experimentado nosotros mismos.
Dios nos ha llamado, nos envía señales en la comunidad.
Dios está constantemente renovando la faz de la tierra. Dios está constantemente haciendo su trabajo a través de los esfuerzos de su pueblo santo. Personas llamadas a trabajar juntos, mano a mano, más allá de las divisiones de la nacionalidad y el idioma, para el mejoramiento de la creación.
Dios tiene la intención de que seamos incorporado en una sociedad virtuosa, una sociedad que trabaja para el beneficio de todo el pueblo de Dios y no solo para nosotros mismos.
Cuando los seguidores de Dios han viajado a través de los desiertos de la vida y han clamado a Dios, no te olvides de nosotros. Yo les dijo, Dios no olvida.
Dios se no olvida su cansancio os sus pobres.
Dios no se olvida de las multitudes que ansían respirar libertad.
Dios no olvida de los que tienen miedo, o sus ansiedades.
Dios no se olvida de los caídos.
Y, Dios no se olvida de los cautivos.
Dios no se olvida. Dios no voltea la mirada al otro lado. Dios recuerda a su pueblo y de sus viajes. Dios no se olvida, Dios se acuerda de ustedes y se acuerda de mí.
Y cuando Dios nos contempla y nos ve en nuestras vidas gritando por él. Dios contesta. Y, hay muchas formas en que Dios contesta. Una de las formas en que Dios responde a su pueblo fiel que clama ser rescatado y salvado es enviando a otros.
¿Acaso Dios no envío a Moisés a su pueblo en Egipto? ¿Acaso Dios no envío a Isaías a consolar a su pueblo en Babilonia? ¿A caso ustedes y yo no recordamos los nombres de aquellos que Dios ha enviado a nosotros para que nos llamen a cada uno por nuestro nombre, que nos han ofrecido la mano de Dios, y que nos han levantado de la tierra y cenizas de nuestras vidas rotas? Ustedes y yo recordamos sus nombres.
Esos santos de Dios son generaciones de inmigrantes que nos han precedido y que optaron por ayudar, no por temor, sino que ayudaron a nuestros padres y madres inmigrantes a encontrar su camino en una tierra extraña. Ellos hicieron esto, porque estos santos de Dios, habían oído las palabras del llamado de Isaías: ayuda a los oprimidos.
Escucharon las palabras de Dios hablar en sus corazones diciendo: una vez fuiste un extranjero en tierra extraña. Recuerda que eres llamado por Dios, esto es lo que nuestros padres y madres inmigrantes oyeron, ustedes están llamados a ayudar a las personas a formar la sociedad con dignidad y respeto. Ustedes están para ayudarles a formar parte de esta nación ... porque ellos son parte de mi familia - la familia de Dios.
Los inmigrantes hoy en día y siempre han construido esta nación y nos han beneficiado como nación y como comunidad de fe, trayendo su voluntad de trabajar duro, el espíritu emprendedor, sus diversas culturas y sus comidas típicas. Nuestra cultura es una cultura inmigrante.
Es cierto que hoy los inmigrantes están siendo comparados con el demonio porque la gente tiene miedo de los cambios demográficos, de la ansiedad económica, de la violencia en la frontera, porque el sistema de inmigración está roto.
Estos temores no son nuevos temores. Son los mismos temores que recibieron a los irlandeses cuando llegaron. Estos son los mismos temores que saludó a los asiáticos cuando llegaron. Hoy en día estos temores saludan a los inmigrantes hispanos, los nuevos africanos, los isleños, y los del Oriente Medio.
Dios nunca nos ha pedido que actuemos por nuestro miedo. Dios siempre nos ha llamado para actuar en nombre del recién llegado y el extranjero. Sabemos lo que debemos hacer. Debemos de parte de Dios vernos unos a otros como hermanos y hermanas inmigrantes - como la familia.
Estamos defendiendo y orando por una reforma porque somos la familia de Dios.
Simplemente estamos abogando por la unidad familiar.
Estamos abogando por una reforma que permita la documentación de los inmigrantes y sus familias en un camino a la ciudadanía.
Estamos abogando por un proceso económico accesible.
Estamos abogando por un ambiente donde las personas estén a salvo en su comunidad sin importar su estatus legal, y que tengan la capacidad de trabajar con nuestras autoridades civiles para establecer comunidades saludables.
Estamos abogando por que esas leyes deben respetar los derechos humanos.
Estamos abogando por los valores humanitarios.
Estamos abogando por que se respete la dignidad de todas las personas.
Simplemente estamos diciendo que tenemos una obligación moral de brindar refugio y dar la bienvenida al extranjero.
Usted y yo tenemos una responsabilidad de recordar que una vez fuimos extranjeros en una tierra extraña y que estamos llamados por Dios para atender a las personas que se envían ahora a nuestro cuidado.
Tenemos que hacer esto porque entendemos que ellos representan a Dios. Los inmigrantes y los problemas de inmigración que nos enfrentamos hoy son nuestro mayor reto como nación. Cómo respondamos a las preguntas formuladas y la defensa necesaria se mostrará de lo que realmente estamos hechos.
Al final del día podremos tener grandes lemas y consignas, grandes creencias, e incluso ser una de las naciones más poderosa y más grande del mundo.
Si no ayudamos a la gente a encontrar la libertad ... y no hacemos esto con la amabilidad y la hospitalidad y el amor, entonces habremos perdido el corazón de nuestra nación. De hecho, habremos perdido el corazón de todas nuestras creencias combinadas.
Es Dios quien nos llama a una comunidad diversa, una familia de Dios. Es la misericordia de Dios y la providencia de lo que dependemos. Y en el llamado de Dios ayudando al extranjero descubrimos nuestro viaje en el reino de Dios.
Dios habló a Abraham y le dijo, "Deja tu tierra, tu familia y tus parientes para ir a la tierra que yo te voy a mostrar. Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famosos y serás una bendición para otros. "
Un Sermon que predico en el Servicio de Oración por Inmigración
No comments:
Post a Comment